Estoy boca arriba en la yerba de mi jardín, mirando adormilado pasar las escasas nubes de agosto, y en un pestañeo, sin proponérmelo, al cruzar por mis ojos un pequeño rebaño de ellas, me subo a la grupa de una que me sorprende por su forma de ballena, o quizá se parezca más a uno de esos nostálgicos zepelines volando el mar del cielo, y qu
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión